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Conocer todos los factores que inciden en el sobrepeso, es el primer paso para iniciar un proceso de reducción, que redundará en una mejor calidad de vida
La obesidad es el trastorno nutricional más común, constituyendo un problema de salud pública. El método más práctico para definirla y evaluar el grado de riesgo asociado es el Indice de Masa Corporal (IMC), que es una medida de peso en relación a la altura y se calcula con una fórmula establecida. El peso ideal toma en cuenta el sexo, la talla y cuánto pesas, tal como expresa la doctora Janet Vélez, especialista en endocrinología.
Aquí las mujeres tenemos una desventaja, ya que la obesidad es más frecuente en el sexo femenino y aumenta con la edad, especialmente a partir de los 60 años ya que el envejecimiento favorece la acumulación de grasa abdominal. Por cada tres mujeres con exceso de peso, sólo un hombre lo padece.
Entre las causas principales, expresa la doctora, está el sedentarismo, estrés y los malos hábitos alimentarios. La buena noticia es que podemos aprender a controlar esos factores y reducir la posibilidad de sufrir obesidad.
Muchas personas obesas padecen de anemia debido al consumo inadecuado de hierro en la dieta, el aumento de los requerimientos de hierro por el mayor tamaño corporal, el aumento del volumen sanguíneo y las irregularidades menstruales de la obesa que conllevan a mayor pérdida de sangre cada mes.
“Hay que tener en cuenta que el tejido adiposo es un órgano endocrino muy activo que elabora sustancias llamadas citoquinas que producen inflamación de bajo grado afectando la hepcidina y otros elementos del metabolismo del hierro, alterando la absorción intestinal del mismo, produciendo anemia”, agrega la doctora Vélez.
En el mundo existen 1.5 billones de personas con sobrepeso, 500 millones de ellos son obesos, considerándose la obesidad como la epidemia del siglo XXI. “Esto se asocia a cambios en la dieta, el aumento de las porciones (“agrande su combo”), y al sedentarismo.
Esta epidemia global explica el aumento dramático de la Diabetes Mellitus en los últimos 20 años, del 11% de individuos de más de 20 años, y una prevalencia proyectada a 21% para el año 2050.
La lista de complicaciones de la obesidad incluye enfermedades cardiovasculares, problemas endocrinos, gastrointestinales, desgaste de articulaciones, artrosis, cáncer y problemas psicológicos.
La doctora Vélez recomienda como primer paso, aceptar que existe un problema y luego buscar ayuda profesional. “No es copiar la dieta del vecino o de una revista. Tampoco el consumo de fármacos y someterse a métodos milagrosos. Para el éxito es esencial una relación satisfactoria médico-paciente, terapeuta de calidad, consulta repetida y control prolongado”.
La piedra angular del tratamiento es someterse a un régimen hipocalórico, balanceado y personalizado, que cubra las necesidades de los nutrientes, teniendo en cuenta proporciones y cantidades para disminuir el peso; debe adaptarse a hábitos y gustos del paciente, a las comidas familiares y fuera de casa, y debe ser susceptible a usarse por largo tiempo.
La actividad física es indispensable, ya que si se disminuye el aporte calórico y se aumenta el gasto energético, habrá mayor reducción de peso. “Recomendamos deportes de resistencia: marcha, tenis, natación, ciclismo, gimnasia aeróbica. También, debemos analizar errores nutricionales y cambiarlos”, concluye la especialista.
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